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Los comienzos

Los comienzos
Los comienzos

En el año 2012, Antonio Morrajas, farmacéutico y profesional de la industria desde 1991, con un amplio conocimiento de la situación y problemática que envolvía al sistema de salud, va tomando conciencia de la necesidad de un cambio profundo en el modelo de gestión de los recursos asistenciales de los hospitales. Veía necesario orientar los procesos hacia la salud del paciente, y este cambio de paradigma debía producirse transformando los datos en conocimiento del profesional de la salud.

Antonio contactó con Miguel Ángel Casado, uno de los principales autores españoles en coste-efectividad fármaco-terapéutica, con el que había coincidido en varias ocasiones a lo largo de su vida profesional. Miguel Ángel había puesto en marcha en 2004 un proyecto relacionado con el conocimiento en el ámbito de la Economía de la salud, Pharmaeconomics & Outcomes Research, que ocho años después era ya un referente reconocido en ese ámbito.

Antonio y Miguel Ángel necesitaron de una prospección de mercado extensa, valorando opiniones de todos los players del sistema, para convertir la idea en un producto que cubriese la necesidad de los clientes.

Finalmente concluyeron que el producto debía ser un sistema experto, que recogiese la información de la salud del paciente, las valoraciones clínicas, los datos de imagen y laboratorio, el tratamiento y su coste, etc., en definitiva, un conjunto de indicadores que recogidos sistemáticamente proporcionarían al médico la mejor herramienta para la toma de decisiones sobre su paciente. Estas decisiones podrían, desde personalizar la dosis del tratamiento en función de los resultados obtenidos, hasta comparar objetivamente las diferentes estrategias de abordaje de la enfermedad, todo ello mostrado en un formato de cuadro de mando de fácil manejo para el usuario.

Como consecuencia de este análisis descriptivo de la enfermedad, descubren que el proceso genera, además del bienestar en el paciente para el que fue desarrollado, eficiencias en el sistema de salud en forma de ahorros en fármaco-terapia.

En ese momento decidieron focalizarse en enfermedades de alto impacto económico (por prevalencia o coste de tratamiento) y siempre en el entorno hospitalario.

El conocimiento de años trabajando en el tratamiento de la artritis reumatoide encaminó a Antonio a considerar ésta como la primera dolencia a contemplar. La artritis reumatoide se manifiesta en forma de inflamación en las articulaciones, causando hinchazón, rigidez y dolor. Su efecto se extiende durante años o incluso a toda la vida, con altibajos en sus efectos según épocas.

Porib Gestión Eficiente de la Salud se ponía en marcha de manera efectiva en 2013. Sus dos socios fundadores habían recabado opiniones sobre su viabilidad entre numerosos conocedores del ámbito hospitalario y la industria farmacéutica. Las opiniones eran unánimes, el proyecto estaba abocado al éxito. Antonio y Miguel Ángel habían apostado fuerte por el proyecto desde la perspectiva personal, económica y profesional. PORIB Gestión Eficiente de la Salud echaba a andar con 60.000 euros procedentes de los ahorros de ambos.

Los principios no iban a ser fáciles, a pesar de conocer profundamente el mercado que estaban abordando, pero como gráficamente explica hoy Antonio, había otras muchas cosas que no sabían: "Yo dirigía el proyecto, pero no tenía idea de lo que era una empresa. Había sido un trabajador por cuenta ajena durante más de veinte años en una multinacional, donde siempre tienes expertos y gente que te resuelve las dudas, un departamento jurídico, hasta agencia de viajes que te reserva los vuelos y los hoteles. He aprendido más en estos tres últimos años que en los anteriores veinte. No sabía lo que era una ronda de inversión y he tenido que hacer tres, no sabía que había programas de apoyo a emprendedores, etc."

Al margen del desconocimiento del entorno empresarial, propio de cualquier emprendedor sin experiencia, también se cometieron errores estratégicos inherentes a una start-up que está definiendo su modelo de negocio. Finalmente dieron con la clave: “el médico es la piedra angular de nuestro proyecto, su implicación es imprescindible para el éxito del mismo”. Era el médico el que debía guiar el proceso, el que tenía la perspectiva relevante. Los responsables de PORIB aprendieron de esta experiencia la necesidad de adaptar el mensaje de manera rápida y en función de la respuesta que les daba el mercado. El marketing analítico tenía un rol a desempeñar.